Ramona era vocera de La Poderosa en el barrio Carlos Mugica, falleció el 17 de mayo del 2020. Murió por Coronavirus, no obstante, no podemos tomar esta desgracia como un caso aislado, es decir, lo que ocurrió no es ajeno al abandono por parte del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en asentamientos como este.
El barrio estuvo doce días sin agua; entre la villa 31 y 31 bis se estima que la cantidad de habitantes oscila entre los 40.000 y 60.000, distribuyendose en aproximadamente 32 hectáreas y se calcula que el 74% de la población no cuenta con cobertura médica.
Fuente: Observatorio de la deuda social Argentina. UCA. 2016.
La figura 2.2.1 da cuenta de la precariedad de la calidad de la vivienda entre 2010 y 2015 en comparación con espacios urbanos formales, así mismo el hacinamiento asciende al 22,9% y por otro lado 3 de cada 10 hogares padecen de un alto déficit sanitario.
Es de público conocimiento la brecha existente -en cuanto a ingresos se trata- entre CABA, PBA y el resto del país. Capital Federal, es la quinta ciudad más rica de América Latina, según AmericaEconomia.
La obra pública es uno de los bastiones político-electorales que presume el gobierno de la ciudad, de ello se jactó Horacio Rodríguez Larreta en las últimas elecciones, (en las que en la villa 31 y 31 bis quedó por debajo del candidato del Frente de Todos, Matias Lammens, por más de 30 puntos) además de ser un tema que ocupa espacio central en su discurso de gestión en general. Pero ¿qué lugar ocupa el Carlos Mugica en la agenda del gobierno?
En 2009 la legislatura porteña sancionó la ley 3.343, fijando la obligatoriedad de su urbanización. Sin embargo, durante la gestión de Mauricio Macri como jefe de gobierno, sólo se ejecutó el 46% del presupuesto destinado a su urbanización. Por el contrario, el gobierno actual ha llevado a cabo la inversión más importante de la historia a través de los préstamos solicitados al BID y al Banco Mundial respectivamente. A pesar de ello, los vecinos denuncian que las obras no apuntan a solucionar los problemas de fondo que los azotan, sino que son más bien una fachada que entre colores y repavimentaciones ineficaces, pretende tapar lo que en verdad hay detrás: el remate de terrenos (que generó polémica el último año, dado que quienes eran desplazados de sus hogares, no estaban siendo tenidos en cuenta, ni re localizados) y desalojo de vecinos en esta avanzada sin precedentes. La falta de cloacas, la carencia de una red de gas segura que evite la utilización de garrafas y no ponga en riesgo la vida de las familias que habitan los hogares y sus inmediaciones, el déficit de un servicio de salud efectivo, son variables que resaltan.
Por ejemplo, en junio del año pasado un trabajador se presentó al CeSAC n° 47 de Retiro (donde los enfermeros y enfermeras acusan la falta de elementos básicos para el funcionamiento del mismo) con diagnóstico de tuberculosis, una enfermedad estrechamente ligada a la pobreza. Es decir que la deuda en salud no es una dificultad coyuntural, es una cuestión que se encuentra intrínseca en la estructura del barrio. El dengue es otra problemática que no puede dejarse de lado, estamos frente a uno de los brotes más grandes de los últimos años, y no es casualidad que la zona donde se concentra la mayor cantidad de casos (el Sur de la ciudad) sea la menos atendida por la gestión, en términos asistenciales.
Ramona no fue un caso aislado, lleva detrás suyo la inoperancia e irresponsabilidad de un gobierno que no atiende la demanda de los barrios populares.
La justa redistribución de los ingresos de la ciudad no puede seguir cayendo en un discurso vacío, es un debate pendiente, que debe darse. Ser ciudadanos implica la participación efectiva dentro del sistema democrático y el reconocimiento como tal, está asociado a la distribución ecuánime de la riqueza. Esto deja en vilo la fragilidad del sistema; la justicia social se trata de ello; cuanto más profunda y efectiva sea, mayor consistencia tendrá nuestra democracia.

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